lunes, 28 de noviembre de 2011

Pobre corazón

Una hoja gastada, 
un lapicero con poca tinta, 
el café más fuerte, 
una caja de cigarrillos 
y un cenicero para complementar, 
para mitigar el sueño, 
para hacer fluir el pensamiento.
Un respiro profundo 
y es un nuevo día, 
el olor a tabaco en mi cuerpo, 
el deleite aroma a café 
por todos mis huesos.
Sentada,
en una vieja silla de madera 
con el cigarrillo en la mano, 
viendo la luna brillar 
y la gente pasar. 
Todos los días es igual, 
la misma rutina, 
ya hasta me cuesta respirar. 
La luna cae 
y nada cambia, 
los chasquidos de la vieja silla 
así como los látidos 
de este débil corazón, 
cada vez son menos, 
se van esfumando con el humo 
y uniendo con las cenizas 
de mi antiguo cajón, 
este pobre corazón.
Esa hoja gastada, 
ese lapicero con poca tinta, 
ese café, 
esa caja de cigarrillos 
y ese cenicero, 
se convirtieron 
en los testigos 
de mis noches frías.

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