domingo, 3 de abril de 2016

SUB BETA

Siempre estaba pendiente de la hora
porque sabía que después de las tres
llegaba el café

-los cafés de máquina son asquerosos-

Dio positivo.

Se detuvo el mundo,
el tiempo,
las ganas,
el deseo.

Los mayores comentan,
que se debe decir 'felicidades'
aunque sea por cortesía.

Desde ese día, los cafés son más amargos,
ya no son de máquina
y tienen mejor sabor.

DOMINGO 311

Amanecí con el sabor de tu boca en mi cuerpo
y con tu nombre revoloteando en mi cabeza.
Entraste como un rayo de luz
solapándose por las "black out" de mi ventana
y esta ha sido la forma más bonita de despertar
un domingo de feria.
El café ya está listo,
es momento de iniciar mi sobredosis mañanera,
pero no quiero dejar las cobijas
porque es como si tu me sujetaras
y de tus brazos no me quiero salir nunca.
Vamos, despacito, que nos rinda el día
exprimiendo cada minuto
para que los besos no dejen de recorrernos
enteros,
mojados,
sedientos,
moribundos,
sobreviviendo.
Que nadie se entere que te filtraste por mis sueños,
porque sabes que no me gustan las escenas de celos
y lidiar con otra
es mandar para la mierda a esa que te cocina en la casa.
Y nosotros acá estamos,
saboreándonos
sin reconocer por donde empezamos ni donde acabamos,
sin que nos importe lo que pueda suceder después de la puerta,
sin puntos ni comas
mientras nos deslizamos las pieles.
Sin remordimeintos por navegar en lo indecente,
pero mi amor,
si comerme tu cuerpo es algo indecente
me declaro una sucia sedienta de tus huesos.
Es como jugar a las escondidas
donde lo único permitido es encontrarnos nosotros,
y esa mirada de niño juguetón cuando te doy la espalda
me atraviesa
y acelera el corazón
-para no decirte que me pone nerviosa
cuando veo que tus manos se acercan a mis caderas-

Los domingos
son de color rojo chanel
cuando te filtras por la ventana

de mi cuerpo.