jueves, 2 de agosto de 2012

Cobarde


La mayoría de las veces 
el miedo no te deja avanzar, 
los riesgos son tan prepotentes 
que te vuelven  cobarde, 
frágil, 
inseguro.
Y es que eres tan cobarde 
que te dejas dominar 
dándote por vencido, 
entregándote por completo 
al fin de la batalla, 
saliendo victorioso 
de la mejor de tus derrotas.
Te das cuenta 
que no conoces la valentía, 
te insulta la impotencia 
de sobrevivir entre realidades apócrifas, 
donde solo existe el deseo 
y lujuria por las cosas 
y la humanidad 
se encuentra extinguida, 
perdida entre la multitud 
del egoísmo, 
egocentrismo, 
del maldito ego en toda su amplitud.
Eres tan cobarde 
que le huyes a la vida 
y te despojas de ella 
como si fueran trapos sucios,
como las serpientes cambian de piel 
y las urugas 
se convierten en mariposas, 
pero es que eres tan cobarde 
que no te permites renacer 
y ver más allá de tus barreras, 
te escondes en tu propia carne 
fingiendo no existir, 
ahogándote con tu sangre 
y muriendo en tu miseria.