Cada vez que te veo
me tiemblan las piernas,
se agotan las palabras.
Puedo decir que una aventura comienza
con un par de miradas inquietas,
donde abunda el silencio
y sobra la ropa.
Hasta me he roto los labios de tanto morderlos
para no decirte que mis ojos
han calado todo tu cuerpo,
entero,
mío,
ajeno.
Tienes ese -noséqué-
que me deja con las ganas.
Y ese -arodorado-
que me dice "noteatrevas".