La mayoría de las veces
el miedo no te deja avanzar,
los riesgos son tan prepotentes
que te vuelven cobarde,
frágil,
inseguro.
Y es que eres tan cobarde
que te dejas dominar
dándote por vencido,
entregándote por completo
al fin de la batalla,
saliendo victorioso
de la mejor de tus derrotas.
el miedo no te deja avanzar,
los riesgos son tan prepotentes
que te vuelven cobarde,
frágil,
inseguro.
Y es que eres tan cobarde
que te dejas dominar
dándote por vencido,
entregándote por completo
al fin de la batalla,
saliendo victorioso
de la mejor de tus derrotas.
Te das cuenta
que no conoces la valentía,
te insulta la impotencia
de sobrevivir entre realidades apócrifas,
donde solo existe el deseo
y lujuria por las cosas
y la humanidad
se encuentra extinguida,
perdida entre la multitud
del egoísmo,
egocentrismo,
del maldito ego en toda su amplitud.
que no conoces la valentía,
te insulta la impotencia
de sobrevivir entre realidades apócrifas,
donde solo existe el deseo
y lujuria por las cosas
y la humanidad
se encuentra extinguida,
perdida entre la multitud
del egoísmo,
egocentrismo,
del maldito ego en toda su amplitud.
Eres tan cobarde
que le huyes a la vida
y te despojas de ella
como si fueran trapos sucios,
como las serpientes cambian de piel
y las urugas
se convierten en mariposas,
pero es que eres tan cobarde
que no te permites renacer
y ver más allá de tus barreras,
te escondes en tu propia carne
fingiendo no existir,
ahogándote con tu sangre
y muriendo en tu miseria.
que le huyes a la vida
y te despojas de ella
como si fueran trapos sucios,
como las serpientes cambian de piel
y las urugas
se convierten en mariposas,
pero es que eres tan cobarde
que no te permites renacer
y ver más allá de tus barreras,
te escondes en tu propia carne
fingiendo no existir,
ahogándote con tu sangre
y muriendo en tu miseria.